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La caja... ¿tonta?

Construir los cimientos para llevar a cabo una vida de ensueño es el objetivo humano más deseable. Buscamos el mejor trabajo para alcanzar una buena y estable posición social; las compañías nos influyen e intentamos rodearnos de las mejores, pues sabemos que gran parte de nuestros hábitos dependen de ellas; incluso, los medios de comunicación nos dicen cómo obtener los mejores resultados en el menor tiempo posible. Alcanzar todas estas metas, intentando sentirnos a gusto con nosotros mismos y, finalmente, proyectar en los demás la utopía de lo que queremos construir ¿Es eso ser realistas? Es más ¿Es eso ser uno mismo? Sin lugar a dudas, no. ¿Por qué? Porque escondemos nuestros defectos en lugar de corregirlos, ocultamos nuestro malestar a la sociedad porque, en el fondo, nos avergüenza reconocer que necesitamos ayuda y que dependemos de alguien... cómo no, nos llegamos a convertir incluso en escudos de nuestros complejos para protegerlos de la visión ajena ¿Por qué nos empeñamos constantemente en ser tan artificiales y convertirnos en proyectores de una vida que no nos satisface y que, mucho menos, nos hace felices? Solo un grito desgarrador del alma podría mostrarte en este momento que tu vida es esclava de los hábitos que tú mismo le has impuesto; es decir, que nos hemos convertido en prisioneros de la costumbre.

El mundo dice cómo ser para hacer un patrón globalizador del ser humano, algo concebidle a los cánones establecidos por la sociedad. Pero, ¿dónde queda la verdadera libertad? No hablo de la libertad que precede al libertinaje, eso no es ser libre, hablo de la libertad que se encuentra tras esa esclavitud ritualista a la que estás sometido… hablo del sentir y no del ser, de cerrar los ojos y apreciar esa brisa postestival y preotoñal, de abrigarse con un escalofrío que inunde nuestro ser a causa de un nuevo sentimiento que hemos descubierto. Es ese despertar al letargo social para darnos cuenta de que quienes movemos el mundo somos nosotros y que aunque tengamos que obedecer a ciertos patrones sociales, la verdadera esencia del ser es solamente nuestra, por destacar como especie privilegiada por sobre toda la fauna animal… visto así, el ser humano parece incluso algo especial; pero, no es que lo parezca, simplemente lo es.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Vivimos en la época de querer conseguir algo en el menor tiempo posible. Me quedo con una frase de una gran película, "El club de la lucha", que dice:
    "La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados."
    Insuperable...
    ¡Enhorabuena por el blog, Emilio, a sus pies!

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  2. Muchísimas gracias Javier, tu cita de "El club de la lucha" es bastante buena. Espero leerte más a menudo por mi blog. Un saludo!

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