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El misterio de Van Gogh

Tras un mes fuera de casa, hoy he vuelto y me he encontrado con una sorpresa: mi habitación era otra. 

Bueno, esta afirmación no es totalmente correcta... mi habitación seguía siendo la misma con la única diferencia que había sufrido una serie de cambios: lo que antes estaba allí, ahora está aquí, y viceversa. Para mí esto no era ninguna novedad. Ya conocía las intenciones de mi madre de hacer una reestructuración durante mi ausencia. Yo acepté la idea y deposité toda mi confianza en ella. Sabía, como bien hoy he demostrado, que no me iba a decepcionar ¡Hay que ver cómo sabrán las madres las cosas que para los hijos son importantes! No sé cómo, pero ha cuidado de todos los detalles... Aquellos que me conocen saben cómo es mi habitación y mi estilo decorativo y, sinceramente, de pensarlo, alucino al ver cómo una madre puede llegar a conocer tanto a su hijo. 

A pesar de ello, esta breve reflexión no es para hablar sobre las cualidades maternas de nuestra progenitoras... Ese post ya llegará algún día. Mi intención es haceros llegar una idea que a modo de epifanía me ha invadido por completo.

La idea es simple: mi habitación parece otra y no tiene absolutamente nada nuevo. Puede parecer contradictorio o paradójico afirmar semejante sentencia, pero es cierta. Algo tan sencillo como poner la cama donde antes estaba el escritorio y éste moverlo donde antes estaba el armario, que ahora ocupa tu lugar favorito frente a la ventana, bajo la cual una cómoda hace acto de presencia, ha conllevado encontrar una gran diferencia entre mi antiguo y ahora renovado cuarto. El símil llega a comparar esto, que aparentemente no tiene más sentido del que se merece, con nuestra vida. Estamos rodeados de los mismos componentes, rutinas, personas, labores... los muebles de nuestro cuarto son los elementos constantes y vitales que encontramos en nuestra larga andanza que es la vida. A veces no los movemos, cogen polvo y aprendemos a vivir con él; a veces los tiramos y cambiamos por otros nuevos que ocupan ese mismo lugar, por lo cual el cambio es insignificante; pero a veces, y con ayuda de nuestro círculo más cercano, somos capaces de reutilizar lo que tenemos para dar un nuevo concepto a lo que creíamos definido e inalterable y alcanzar una nueva perspectiva que se convertirá en una visión más completa y perfecta.

No, no tengo nada nuevo salvo la idea de que el cambio mejora a las personas, aunque solo sea mover una ficha para dejar paso a la otra; aunque creamos que no podemos o que no tendrá sentido... 

Revisando el ´feng shui´ como sistema oriental ancestral me he dado cuenta de lo que esta línea de pensamiento dice: decorar tu casa de una cierta forma atrae la estabilidad a tu vida, para que todo tenga cierto orden y equilibrio. Yo no creo esto tan concienzudamente, pero sí que pienso que cambiar nuestro entorno puede cambiar nuestra forma de pensar, de ver el mundo, y fruto de ello es este artículo. Creo que ese podría ser el sentido de esa teoría: ver en las cosas normales que nos rodea el reflejo de nuestro ser y nuestra existencia. Ese es el secreto de la vida: hacer de lo insignificante y cotidiano algo nuevo y grandioso a la vez que observamos cómo los pequeños detalles que nos rodean encierran significados embaucadores.


2 comentarios:

  1. Emilio, he leído tu comentario y te digo que el hecho de cambiar el mobiliario dentro de tu mismo habitat, en este caso tu habitación, es imprescindible para lograr un eficiente estudio y una máxima concentración. Yo lo he probado, y, efectivamente, te proporciona equilibrio y bienestar mental.
    Está muy bien escrito: la manera en que introduces paulatinamente en tu historia la idea esencial. Muy bien Emilio. ¡¡ Mis mayores felicitaciones!!!

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  2. Muchísimas gracias por tus palabras. La verdad es que puede que este post a muchas personas les parezca algo tonto... Pensándolo en frío es escribir por cambiar los muebles de una habitación. Sin embargo, y ello forma parte de mi actividad periodística y escritora, creo que cambios "insignificantes" como este afectan, a veces positiva y otra negativamente, al estado, actividad o relaciones del individuo. Por esta razón lo escribí. Las pequeñas cosas conforman el ser.

    Llevas razón en tus palabras, al estudio ayuda bastante... de hecho estos días lo estoy comprobando... jeje.

    Gracias por tus felicitaciones y espero que sigas leyendo y disfrutando de La Gaceta.

    Gratos saludos.

    Emilio Prieto.

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