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El origen del "había una vez" parte II: Blancanieves

Muchas veces el tener el “primer contacto” con los cuentos a través de Disney no nos da la verdadera visión de estos en su auténtica tradición oral. La realidad de los cuentos es mucho más cruda… Incluso pavorosa, sádica y “no apta” para los niños. Nos encontramos varios cuentos con versiones de Perrault y los hermanos Grimm; podríamos decir que los Grimm tienen versiones mucho más “light” y edulcoradas, y que Perrault es más cercano a la narración tradicional. El caso es que, a pesar de lo “traumático” de los finales “reales”, lo importante es sacar el “jugo” y la enseñanza que, personalmente, creo que su esencia no está en “y fueron felices y comieron perdices…”
En la tradición oral, digamos, en “la raíz”, la mala no es madrastra, si no madre. La madre desea una hija, blanca como la nieve, con unos labios rojos como la sangre y pelo negro como el ébano… (blanco, rojo, negro paralelismos de pureza, corazón y fortaleza). Nace la niña y cuando crece, la madre consulta al espejo. El espejo es símbolo del ojo universal, de la conciencia… los espejos son un “paso al otro mundo”, a mundos paralelos, tiene un marcado carácter esotérico. Ante la belleza de Blancanieves, subrayada por la contestación del espejo la madre manda al cazador a que mate a la niña y, como prueba, le traiga corazón, hígado y pulmones. El cazador es la figura paterno - protectora que, ante la injusticia, deja escapar a Blancanieves y engaña a la madrastra llevando las vísceras de un jabalí. La madre, con las vísceras (supuestamente de Blancanieves) hace un guiso y se lo come con alegría… aquí veo yo un poco de canibalismo... En fin, el caso es que Blancanieves escapa y se refugia en la casa de los enanitos, que casualmente son siete (número mágico).
Efectivamente, no es casual que la niña se convierta en un ser hermoso con siete años: 7 los días de la semana, 7 los planetas conocidos en la época, 7 las virtudes, 7 los pecados capitales, 7 como día sagrado al descansar dios al hacer su obra y 7 los caracteres humanos. Los enanos aceptan convivir con Blancanieves a cambio de que se ocupe de las labores de la casa y Blancanieves acepta ser una mujercita de su casa a pesar de ser aristócrata. Por tanto pone humildad y trabajo como medio de madurar, de crecer, de transmutar el plomo – material en oro – espiritual (alquimia). Esto no deja de ser una acción o camino iniciático hacia la madurez. Ella trabaja y aprende.

Junto al simbolismo mágico del 7, también nos encontramos el del tres: por 3 veces la madre-madrastra intenta matar a la protagonista (3 intentos como los 3 deseos que conceden los genios, como las 3 pruebas a la que se someten los héroes), juventud –madurez – vejez; nacimiento – vida – muerte; tres son los pájaros que se presentan ante el ataúd (símbolo de la “muerte espiritual”) de cristal de Blancanieves: una lechuza (muerte y sabiduría), un cuervo (la conciencia) y una paloma (ave de Afrodita: el amor). Tres son los intentos de matar a la “niña” por parte de la bruja-madre: primero, la intenta ahogar con una cinta para el corsé, segundo, la pincha con un peine (ambos símbolos de la coquetería típica de la adolescencia); al pinchar, la blanca piel (inocencia) contrasta con la roja sangre (pasión) que brota de la “herida”; y tercero, con una manzana (el fruto del pecado de Adán y Eva de la relación carnal… La manzana roja es símbolo de eros… de la pasión)
Al final, tras salvarla, conocerse y enamorarse Blancanieves y el “príncipe” se casan e invitan a la boda a la madre – madrastra – bruja. Le regalan unos zapatos de hierro con carbones incandescentes para que “baile” hasta morir… Vamos, una hija con el trasfondo de la bruja de su madre y un yerno que quiere a su suegra… Un lujo de familia… Al final es magia, kábala, esoterismo, canibalismo, inicio a la vida, iniciación sexual todo lo que esconden los cuentos... algo no muy recomendable para contar a un niño antes de irse a dormir.

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