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El origen del "había una vez" I parte: Malvina


Malvina, la bruja de la manzana. 1521 – 1601

Malvina era la hija menor de una familia de varones. Su padre estaba encantado de tener por fin una niña, algo que había deseado durante mucho tiempo. La pequeña heredó la increíble belleza de su madre, salvo por un feo lunar que tenía en la mejilla. Su padre estaba tan orgulloso de su princesita que le regaló un espejo majestuoso que reflejaba una imagen perfecta y le repetían que era la más hermosa entre todas las mujeres. Su madre estaba celosa de aquel amor infinito entre padre e hija. Entre ella y su marido estallaban disputas cada vez más violentas. Una noche, tras un banquete, el padre de Malvina cayó enfermó y murió esa misma madrugada. La chica quedó destrozada por el dolor, y se pasó días enteros llorando, sola delante del espejo, al que no dejaba de preguntar ´Espejo, espejito, dime quién es la más hermosa ¡Responde espejito!´ hasta que una noche el espejo le respondió lo siguiente: “Eres muy hermosa Malvina, pero tu madre, como no tiene ese feo lunar, es más hermosa que tu”. Aquella revelación disipó su pena. Con fría determinación murmuró entre dientes, contemplando su reflejo, que ella sería la más hermosa, ella y nadie más. Al día siguiente, Malvina salió por fin de su habitación y se sentó a cenar. Por la noche, su madre enfermó y murió al amanecer. Los años siguientes, Malvina fue eliminando una a una a todas las jóvenes hermosas que el espejo le anunciaba. El ingrediente principal de todos sus venenos lo extraía de la ´Dendrobates pumilio´, una rana de color rojo que segrega una sustancia mortal.

Cuando ya estuvo segura de su belleza, se casó con un rey que acababa de enviudar, sin embargo, este tenía una hija de piel tan blanca como la nieve, labios rojo escarlata y cabello negro como el ébano. A medida que crecía, aumentaba su radiante belleza, hasta que el espejo anunció a Malvina que aquella joven la superaba en hermosura. Los primeros inventos de la reina para deshacerse discretamente de su hijastra fracasaron. La joven princesa se refugió en el bosque, en la cabaña de siete enanitos mineros, que eran casi del tamaño de unos niños. Pero a Malvina se le ocurrió una idea: preparó un veneno infalible en el que bañó una roja manzana de aspecto irresistible. Luego se disfrazó de anciana vendedora y se fue a ofrecer a Blancanievess la fruta envenenada. Al primer mordisco, el corazón de la pobre muchacha dejó de latir. La vida de Malvina siguió su curso. Iba matando a las mujeres que osaban desafiar su belleza. Pero un día en que acudía a la boda de una de ellas llevando una rosa envenenada en la mano, se llevó una enorme sorpresa al darse cuenta de que la novia no era otra que su hijastra a la que tanto le había costado matar. La vanidosa reina, colérica, apretó tanto el tallo de la flor que se pinchó con sus espinas y murió en el acto a causa de su propio veneno.

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