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El origen del "había una vez" parte III: La Cenicienta


Es uno de los cuentos tradicionales, más antiguos y con más versiones a lo largo y ancho de los puntos cardinales. La Cenicienta tiene versiones desde el viejo Egipto, la India e incluso China. De hecho algo con mucha tradición para los chinos marca una característica del cuento, los pies pequeños. Los chinos pensaban que cuanto más pequeño el pie de la mujer, más fogosa y más desarrollados los órganos sexuales. Cenicienta se quedó huérfana, y su padre contrajo segundas nupcias con una mujer que era malísima. Arrinconó a su hijastra a limpiar, fregar, servir y dormir en las cenizas del hogar. Pero ¿qué significan las cenizas? Pues simbolizan el calor de la madre muerta. Es por esto que se consideraba el centro espiritual y se suponía que, bajo la losa que lo albergaba, se encontraba la entrada al submundo. De esta manera se supone que además de encontrarse protegida por el espíritu de su madre (en algunas versiones sustituye al hada madrina). El tener las ropas sucias y raídas, y la cara manchada por la tizne contrasta con las de sus hermanastras, que no eran feas como nos las muestra Disney, si no de rostro bello y de corazón negro como el carbón. Totalmente antitéticas a la protagonista....
El fantasma de la madre-hada, madrina-pájaro en otros casos, ayuda a crecer a Cenicienta y enseñarla en su viaje iniciático, pero le pone límites (vuelve antes de las doce campanadas...)
El zapatito fue en unas versiones de cuero suave, con adornos de seda y plata en otras...pero Perrault decidió que fuera de cristal. ¿Por qué? Pues porque es el cristal se considera mágico, perfecto, puro, claro, transparente.... En otras versiones era un anillo, lo cual da pie a que se considere un objeto de ofrenda para la prometida. Otro símbolo de este famoso zapato es el de paso de niña a mujer (como hoy en día las chicas que empiezan a salir, maquillarse y ponerse tacones).
Cuando las doncellas del pueblo se prueban el zapato, la madrastra aconseja a sus hijas "Córtate los dedos, pues cuando seas reina nunca iras a pie" a una, y a la otra "Córtate el talón, pues cuando seas reina nunca iras a pie"… Y las niñas lo hicieron. Imagino el reguero de sangre que debieron ir dejando... Claro así, yendo en el caballo, los cándidos pajaritos dijeron al príncipe por dos veces: "No sigas más adelante detente a ver un instante, que el zapato es muy pequeño y esa novia no es su dueño". Vamos, una salvajada esto de la automutilación...
Pero Cenicienta y su piececito salen triunfantes y el principito feliz. Y esos mismos cándidos pajarillos que advertían al príncipe de que las señoritas tenían los pies hechos un Cristo, fueron a la boda y cogieron y se liaron a picotazos con las bellas pero malutas hermanastras hasta que las dejaron desfiguradas y les arrancaron los ojos (menudo espectáculo un día de boda) por su falsedad y envidia. De la madrastra no se sabe el fin, así que imaginaros como tuvo que ser…

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