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El poder de leer las mentes

Pan, huevos, leche, galletas… sí, esta podría ser mi lista de la compra, pero ¿qué pasaría si las dependientas de la tienda a la que voy a comprar han estudiado mi comportamiento e intentan venderme más de lo que debo consumir? Muy simple: que mi bolsillo se resentiría y notaría las repercusiones. Es verdad que todos hemos hecho una compra en la que hemos adquiridos más productos de los que realmente necesitábamos, quizás sólo por darnos un pequeño lujo. Pero, aún así, cada vez que compramos, conservamos ese libre albedrío, para muchos innato, de adquirir los productos que queramos en el momento que nos apetezca… claro que, a lo mejor, esto es una práctica a la que ya debería referirme en pasado…

Las grandes empresas siempre han estudiado los comportamientos del consumidor con un solo fin: buscar la causa por la que éste consume un producto u otro. Juega con los “stands” en los que coloca distintas marcas a la vista (o no) del consumidor, con la colocación de productos complementarios en largos pasillos que hay que atravesar solo para poder llegar a los productos básicos e incluso, hace uso de elementos no concebibles a nuestro subconsciente para determinar nuestro comportamiento dentro del mercado, porque ¿alguien se ha planteado por qué razón el Corte Inglés no tiene ventanas? Claro, sin vistas al exterior, el tiempo de compra sólo depende del ritmo al que suene la música de fondo que, sin más, es la que inducirá la prisa del consumidor.

Sin embargo, todo este proceso de marketing, que utiliza la psicología inconsciente del hombre, ha dado un paso más allá en sus investigaciones y ha pretendido llegar más lejos; ahora, quieren leer nuestra mente, y no en sentido figurado. El Neuromarketing es una práctica cada vez más diaria en la que un grupo de especialistas, mediante una serie de instrumentos médicos, intentan ver qué partes del cerebro se activan al visualizar un tipo de producto u otro. Por ejemplo, las ventas de Coca Cola son mayores que las de Pepsi, sin embargo, en el subconsciente humano, se prefiere antes Pepsi que Coca Cola ¿por qué se lleva entonces una conducta contraria en el proceso de compra? Eso es lo que el Neuromarketing pretende averiguar. Si estos datos, aparentemente informativos, pudieran ser utilizados por las grandes empresas sólo para inducir a los compradores a comprar más sin que estos sean conscientes de ello ¿dónde está nuestra libertad de elección? Prestarse o no a la realización de estos estudios puede ser algo libre, pero ¿tiene la sociedad derecho a actuar con un comportamiento único, propio e individual para decidir si quiere o no que se la psicoanalice para conocer el funcionamiento de las distintas mentes de los consumidores en el momento de la compra? Si queremos convertirnos en personas consumistas (más de lo que somos) y utilizar la ciencia, ese instrumento que el hombre a utilizado para su beneficio, ahora, en beneficio de las grandes multinacionales y en perjuicio del hombre de a pie, el Neuromarketing podría revelar que las decisiones de compra tienen un carácter trascendental, un sentido que podría ser orientado sólo a la merced económica de las empresas y que podría llegar a convertir las necesidades humanas en caprichos efímeros de un consumidor sin que éste tenga ni idea de que están jugando con su mente.

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