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El Código de los Colegas

Los sociólogos más ilustres de la historia muestran que, en el proceso de socialización, la personalidad del individuo se forma con la ayuda de grupos que acaban formando parte de él, grupos con los que unen lazos de interacción y que le guiarán durante gran parte de su vida. Sin embargo, para que estos grupos se formen, se necesita algo más que la simple coincidencia en determinadas aptitudes vitales, véanse: gustos similares, compartir profesión o, sin ir más lejos, tener más o menos la misma edad… Estoy hablando de un nexo, una característica lo suficientemente valiosa y especial para que, el simple hecho de ser compartida, pueda unir a dos personas… al fin de cuentas, dicen que la amistad es un alma compartida por dos individuos…

El caso es que tengo un amigo (y con este artículo se dará por aludido) que me tiene un tanto desconcertado. Hasta hace unas semanas, no encontraba el nexo de nuestra amistad… es decir, no tenemos la misma edad (aunque le pese, él es más viejo que yo), sólo hemos trabajado juntos 13 días (y ni siquiera consecutivos) y, aproximadamente, nos separan 350 kilómetros. Él pertenece a una asociación de animales y tiene varios perros, yo ni quiera tengo mascota (incluso creo que los perros, por alguna razón, me odian), creo recordar que nunca hemos salido de copas (aunque si a tomar algún café… uno…) y bueno, la verdad, es que es bastante crítico conmigo… más bien con mis artículos de opinión (aunque algo me dice que con este será diferente
Lo que vengo a decir es que un día, entre el “mucho ruido y las pocas nueces” le reté a someterse a mis artículos y, sin dudarlo, aceptó. La sorpresa fue que el reto me lo estaba poniendo a mí mismo porque, por más que reflexionaba sobre qué era lo que nos unía, poco encontraba. Para mi sorpresa, mi respuesta llegó desde EE.UU, más concretamente desde la CBS, gran cadena de televisión. Con una de sus series pude darme cuenta de que la sociología no es de todo incierta y que compartimos algo que nació exactamente el 4 de Julio de 1776. Algo tan mítico como “El Código de los Colegas” también conocido como “The Bro Code”. Escrito por Barrabás Stinson, descubrí que damos un uso deliberado a la palabra ´colega´. Muchos la utilizan como sinónimo de “tío”, pero si algo me ha enseñado la amistad de la que hablo es que un colega puede ser un tío, pero un tío cualquiera no es un colega. Según este código, hay cosas que solo un chico sabe (sin ánimo de ofensa al colectivo femenino) me refiero a que hay ciertas normas que, a modo de acuerdo universal de un convenio nunca creado pero existente, está presente en la vida un hombre y que solo puede ser transferible a un colega. Hasta hace unos meses, yo desconocía este código, pero cuando me di cuenta de que A.C. (son las siglas de mi amigo. No pongo su nombre para no darle publicidad) lo seguía, entendí que hay locuras que el por el hecho de no hacerse, estaríamos cometiendo una locura mayor… Por esa razón, decidí adentrarme en el mundo de los verdaderos colegas y sus códigos. No puedo decir que mi estudio haya concluido, porque el material del que dispongo está en inglés y, a decir verdad, me está llevando su tiempo, pero también es cierto, y aquí encuentro el nexo con mi colega, de que no necesito el conocimiento de la norma para el entendimiento de su causa, ya que hay amistades que, por alguna razón innata, vinculan, haciendo de un colega un hermano y, de éste, un ´bro´. Asombrosamente legen…dario.

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