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Corazón en penumbra: El desenlace

Lo prometido es deuda y en cuestión de poco más de una semana hemos conseguido el reto que esperábamos... ¡2000 visitas ni más ni menos! Así pues, os dejo el desenlace de este relato que tuvo sus inicios en el post http://lagacetadeljuglar.blogspot.com/2011/06/corazon-en-penumbra_02.html y que ahora verá su final en relación a los comentarios suscitados por vosotros.


... Las campanas de la iglesia redoblaron fuerte y firmes. A sus oídos, contundentes resonaron. Parecía que el augurio más siniestro la estaba aguardando e insegura y temerosa levantó la vista deseosa de encontrarse a su amado. Mas no era él quien la aguardaba sino un mensajero que, cual mismísimo Hermes surcando el Olimpo, protegía su mensaje con su vida, encargo del designio que enviaba este recado:

- Tu amado yace muerto y pronto será enterrado.

Blanca se volvió su tez y abierta quedó su mirada cuando una lágrima, que surcando su mejilla se deslizaba, fue llevada por el viento haciendo de los segundos, minutos y de las horas, eternos momentos. El tiempo se paralizaba, se detenía. La humanidad contemplaba su abismo de dolor, de incomprensión. Ante esta tragedia ¿cuál era la razón? Ella no lo entendía. Tampoco nadie se lo explicaba. Pero el mensajero siguió hablando, no se detuvo a observar su mirada.

- Mirando las estrellas se encontraba cuando, sin esperarlo, fue convocado por la Real Guardia. Le ordenaban partir lejos, dejar España. Pero su negativa fue tan directa e insensata que le advirtieron: partir o morir, estar lejos o dejar de existir.

Ante tales palabras, perfectamente entendió la muchacha que no cortaron el hilo de su vida las funestas parcas sino que él mismo prefirió la muerte a vivir lejos sin su amada.

- Es por esta razón - el mensajero prosiguió - por la que condenado a muerte fue sin desazón. La realeza no consintió que por amor no se cumpliera una misión y doblando las campanas ante la orden de la aguja del gran reloj, muerte le fue dada. Ya se detuvo su corazón.

El de ella levemente se paralizó, no latió. No podía creer la razón de tanto dolor, y ante el gentío que la rodeaba para observar como tomaba cuerpo este drama, salió corriendo con desgana dejando atrás las ilusiones y sueños que portaba.

Se escondió.

Durante años, la oscuridad prefirió para acompañar a la desesperación. Se hizo esclava del dolor y de la incomprensión. No sabía ni conocía modo alguno de solventar esa opresión.

Pero pensó:

- Necesito verlo, decirle lo que siento. Él nunca me dejó. Necesito darle mi último adiós.

Y partió.

Al cementerio llegó y su lápida, entre otras muchas llenas de malva y musgo, encontró. En su centro, grabado en piedra y a fuego en su corazón, escrito estaba el siguiente epitafio.

Leyó:

"Lejos, pero nunca separados...
.... libres, pero nunca solos..."

Respiro.

Ahora y por fin, entendió el sentido de su amor.

2 comentarios:

  1. oooh q bonito! me encanta... final triste.. mmm... me has hecho caso.. jejejej. muy bonito Emilio!! :D

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  2. Muchas gracias.

    La verdad es que tampoco es que hubieran más comentarios entre los que elegir... pero la historia en verdad se ha ido escribiendo sola... Ha mantenido una composición sonora un tanto rítmica, que nació casi sin querer y la he cuidado (o al menos, lo he intentado hacer) durante todo el texto.

    Gracias por tu comentario.

    Saludos!

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