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Capacitados para la insercción social


Ser como todo el mundo y ser diferente a la vez es una de las barreras a superar por parte de aquellas personas que sufren una discapacidad. La inserción social es una realidad que aún no está definida y la igualdad se ha convertido en un valor que ha quedado en peligro de extinción. Sus únicas fuerzas son la voluntad y el ánimo de superación, para ellos, los sentidos más importantes que puede poseer el ser humano.

La necesidad de una rampa de acceso a la hora de tomar un transporte público o de encontrar signos en braille en los botones de un ascensor son cuestiones de vital importancia para aquellas personas que encuentran en estas instalaciones su autonomía personal y una vida social activa; sin embargo, no todos los establecimientos o medios de transporte están preparados para afrontar estas nuevas reformas. Según afirma Enrique González, técnico superior en desarrollo y aplicación de proyectos de edificación y obras: “Las personas con discapacidades merecen unos derechos, una calidad de vida y una dignidad que aún hoy, en numerosos lugares del mundo, la sociedad continúa negando”. González ha sido el autor de un informe social que enfoca la situación en la que se encuentran los discapacitados físicos en el mundo y las barreras arquitectónicas existentes para ellos. Es una de las pocas personas que, desde su trabajo, promueve el cambio social con en el fin de lograr una igualdad en las condiciones de accesibilidad y movilidad, en las normativas de fabricación y diseño en vehículos de transporte públicos y privados y en las políticas sociales y económicas para la integración.
“El proceso de adaptación al entorno social es importante desde la infancia. Cuando las deficiencias de los alumnos impiden una nula integración, se requiere una atención especializada”, asegura Juan Carlos Muñoz, maestro especialista de educación física. Mi experiencia se ha centrado en dos alumnas con Síndrome de Down que precisaban distintos tipos de adaptaciones para poder integrarse con cierta normalidad en su grupo. En estos casos las limitaciones eran tanto motrices como cognitivas. Igualmente, he tenido experiencia con un niño con Síndrome de Prader Willi que presentaba otras limitaciones motrices e intelectuales, aunque no tan significativas como en el caso de estas niñas”. Muñoz, al igual que Enrique González, lucha por conseguir una completa adaptación social, en este caso, buscada desde la infancia, algo muy a tener en cuenta dado el proceso de socialización que el niño tendrá que pasar. Tras el aprendizaje y la adquisición de una educación formativa llega el siguiente paso: la búsqueda de ayudas sociales para conseguir una gran meta: un empleo.

La acción social
A finales del 2009, la ONCE logró integrar en el mercado laboral a más de 99.340 personas con discapacidad y crear más de 4000 nuevos empleos. Igualmente, y según el acuerdo pactado con el Gobierno para los años 2004 – 2011, la fundación fomentó más de la totalidad pactada de empleo y realizó casi 146.000 acciones formativas, cuatro veces más del compromiso adquirido. Sin embargo, y en contrapartida, el año se cerró con una caída del 5,5% (unos 110 millones de euros aproximadamente) respecto al ejercicio anterior. La causa, el juego ilegal y el impacto de las nuevas modalidades de juego en internet sin regulación, algo que, por segundo año consecutivo, está perjudicando a la organización. “la ONCE dará los pasos precisos para poner en marcha canales físicos complementarios. Además, se adecuará el cupón de sábado –que ahora es un sorteo más de diario- para sumarse a la misma categoría del “Cupón Fin de Semana” que se sortea los domingos. Con estas medidas, queremos mejorar un 7% las ventas del próximo ejercicio y seguir afianzando el modelo de incorporación al empleo y cobertura social de las personas discapacitadas, de manera que se conviertan en una parte activa de la ciudadanía”, asegura la Fundación.
Por su parte, y ante este hecho, la comunidad de Madrid destinará, para este nuevo año, 390 millones de euros, de los cuales 9,7 millones irán destinados a la atención de personas con enfermedad mental crónica y discapacidad intelectual con graves trastornos de conductas y, 6,4 millones para garantizar la atención de los pacientes pertenecientes a centros de rehabilitación psicosocial y soporte comunitario de personas con enfermedad mental.

Ley empresarial
El trabajo es una de las mayores metas a seguir por parte de las personas discapacitadas. Para ello, la Ley 13/1982 de Integración Social de los Minusválidos (LISMI), vigila que las empresas con más de 50 empleados cuenten con un 2% de trabajadores discapacitados (porcentaje que se eleva hasta el 5% en el caso de las empresas públicas). Sin embargo, pocas empresas lo cumplen, en parte, debido al escaso nivel de vigilancia que existe sobre el cumplimiento de la normativa. La discapacidad se ha convertido en un prejuicio laboral, una forma de discriminación social que los grandes empresarios llevan a cabo a pesar de, más tardíamente, postularse a favor de una reforma social para la integración de discapacitados. Razón de ello se da en España, país que ocupa la posición 24 de la "Europa de los 25" en cuanto a integración laboral con personas con discapacidad.
A pesar de todo ello, existen una serie de ventajas laborales para las empresas que aceptan este compromiso, por ejemplo, la mejora de la imagen de la empresa, el acceso a los concursos públicos y el estímulo laboral que supone valorar el afán de superación que cada una de estas personas lleva a cabo. Sin embargo, estos no son los únicos beneficios que la empresa se lleva. A cambio, se nutre también de unas cuantías económicas, algo en contra de la moralidad de muchas personas. Como ejemplo puede verse que la empresa recibe una subvención de 3,097 euros por cada contrato celebrado a tiempo completo. De igual manera, se otorga una bonificación en las cuotas empresariales de la Seguridad Social, subvenciones para la adaptación de puestos de trabajo de hasta 901,52 euros y una deducción en el impuesto sobre sociedades por una cantidad de 6.000 euros por cada persona/año de incremento del promedio de la plantilla de trabajadores discapacitados contratados por tiempo indefinido.
Ejemplo de esta labor social es la Fundación Asturiana de Atención a Personas con Discapacidad (Fasad). Este organismo pretende que las personas que sufren algún tipo de discapacidad encuentren un puesto de trabajo, ya que han comprobado que después del periodo formativo no encuentran ninguna salida. Uno de los métodos que han utilizado es la creación de una empresa de servicios que contratará a minusválidos. Esta firma se denominará Albancia Sociedad Limitada y la plantilla inicial será de 12 profesionales.
La fundación cuenta con 11 profesionales con discapacidad que representan el 22% de los trabajadores. Además contrata a empresas que reservan cuotas para personas con esta problemática. Por otra parte, la fundación busca enseñar empleos mediante los cursos de formación ocupacional. En los dos últimos años han ofertado numerosos talleres de materias tan dispares como cocina, lavandería industrial, limpieza de muebles o manipulados de cartón. Estos cursos han contando con 102 alumnos”, alegó Pilar Rodríguez, Directora General de Fasad. Por su parte, Rolando Fernández, Director Gerente de la organización, añadió que en el año 2009, la labor en pro de las personas con discapacidad y su inclusión social atendió a un colectivo de 600 personas, algo bastante gratificante para todos aquellos que dirigen el proyecto.

Factor humano: mundos sin color
“Cuando salí por primera vez a la calle pude darme cuenta que las barreras a las que me enfrentaba eran mayores que yo. Mis piernas empezaron a temblar y estaba tan nervioso que casi me orino encima. Entonces pude darme cuenta de la gravedad de mi situación: mis ojos ya no veían”.
Vicente Espítia, Licenciado en Literatura Hispano Latina, recuerda con nostalgia los primeros meses acontecidos tras el atentado. Natural de Colombia, formaba parte La Juventud Comunista de su país, un grupo de jóvenes que, con tan solo 19 años, planeaban un proyecto cultural de construir un bar – café en el centro de Bogotá.
El día de su inauguración, Escobar se dirigía con prisa al establecimiento cuando un artefacto hizo su explosión. Un grupo de radicales intentaban impedir la apertura del local. Horas después, Escobar despertaba en el hospital. Unas oscuras sombras dificultaban su visión que, en meses, se convertiría en una ceguera total. La explosión quemó su retina y el nervio óptico creando daños invariables a cualquier operación. Con ello, este joven colombiano tuvo que empezar una nueva vida partiendo desde un lugar que a nadie gusta: la oscuridad. “Las ayudas sociales en Colombia son insuficientes. Mi país no se preocupa por la labor social hacia los discapacitados. Por eso vine a España. Quise enfrentar una nueva vida, un mundo diferente al mío. A día de hoy, creo que lo conseguí”, afirma Escobar orgulloso de su evolución.





azmín Botín, 18 años.

Por su parte y coincidiendo con él en el mismo colegio mayor, se encuentra Jazmín Botín, una joven canaria de 18 años que es ciega de nacimiento. “Mi madre dio a luz a los siete meses. Por suerte, nací completamente sana; sin embargo, una negligencia médica me impidió la visión. El exceso de oxígeno o la fuerza de la luz y el calor de la incubadora – nunca nos revelaron la razón exacta – me quemó las retinas. Mis padres no estaban preparados para esto; me sobreprotegían demasiado. Tuve que buscar la autonomía en varios internados de Madrid. Allí aprendí a desenvolverme por mi misma”. A pesar de todo, y pese a que existía la sospecha de que los médicos actuaron bajo los efectos de las drogas, los padres de Jazmín nunca interpusieron ninguna demanda al hospital, según ella “por la falta de medios e información del momento”.
Las discapacidades son, en cierto modo, una forma de mirar a la persona de al lado y ofrecer una mano de ayuda. Es cierto que las grandes organizaciones son las que regulan los grandes beneficios (o pérdidas) destinados a financiar la asistencia de muchas personas, sin embargo, la mayoría de barreras son puestas, en primera instancia, por la propia sociedad, la misma que hoy lucha por eliminarlas. Eliminando los prejuicios personales, se dará un paso hacia la igualdad; en su afán de superación, se encontrará la fuerza solidaria que empuja al proyecto solidario y, en sus pequeños pasos, podrá reflejarse la constancia que faculta el esfuerzo de personas verdaderamente capacitadas.

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