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¿Vacaciones tecnológicas o humanas?

Ser adulto no significa dejar de ser un niño. A veces los ecos del pasado resuenan en nuestra mente, que cree haber crecido y olvidado los pequeños placeres. Luz, sol, calor... es el momento de recordar una parte de nosotros mismos: nuestras raíces.



Contrariando al eslogan más mítico de Juego de Tronos, "The summer is coming" y lo notamos en que los días son una hora más largos y las noches un poquito más cortas y ligeras. Frescas en ambos casos, calurosas en otros. 

El polen ya ha salido a pasear y a despertar las alergias de aquellos que, durante el invierno, temían este momento. Las calles se atestan de gente que, ante los tímidos rayos de sol que trae la primavera, aprovechan para irse de compras, a la montaña, al campo o al pueblo... da igual, el motivo es salir de la ciudad (aquellos afortunados que durante esta semana santa tengan vacaciones).

El turismo se incrementa, el asfalto de las carreteras es invadido por las gomas de las ruedas de millones de coches que, un año más, se lanzan a en una "Operación Salida" que traerá largas colas de atascos. Mientras tanto, la DGT anuncia los riesgos de coger el volante estos días para prever el máximo número de accidentes posibles. 

Y así todos los años. Las fiestas nacionales se repiten y traen consigo hábitos de rutina sociales que crean comportamientos colectivos difíciles de manejar. Entramos en un círculo infinito en el que, mientras subimos nuestra foto a alguna red social y cambiamos nuestro estado, olvidamos lo que tenemos delante: ¿la playa? ¿Una cervecita en una terraza? ¿La montaña? Para nada, no me refiero a eso. Hablo de las personas.

Es cierto que las nuevas tecnologías han mejorado la comunicación entre todos. Ahora es más barato (a veces gratis) hablarnos o escribirnos... pero se nos escapa de las manos que, en la mayoría de ocasiones, abusar de ello puede crear en el mejor de los casos una dependencia y, en el peor, un desorden social. Mientras seguimos la conversación con el grupo de amigos de Whatsapp, por ejemplo, ¿olvidamos al colega que tenemos al lado? 


Parecerá absurdo, sí, pero pasa... y a todos nos ha pasado. Un día sin móvil puede llegar a ser un drama superior a los de Taylor Swift en "Blank Space" repitiendo constantemente "Oh my God!". 


Y es que ahora que estamos todos en ese punto de relax, buen tiempo y descanso, quizás sea hora de dar un abrazo, escuchar, tomarse un café con alguien especial, hablar, relacionarse y disfrutar del sol y el buen tiempo en compañía. Respirar y sentir la libertad que poseemos, la tranquilidad que nos rodea y pensar que podemos llegar a donde queramos, porque tenemos esa capacidad de hacerlo, de cumplir nuestros objetivos, de luchar por ellos.

Ser ambiciosos, pero mantener las expectativas bajas, puede ayudar a mejorar nuestro optimismo diario. Si regalamos detalles, gestos de cariño o pequeñas sorpresas a los que tenemos al lado, la vida comenzará a cambiar ante nuestros ojos... incluso el Karma tomará nota de ello para el futuro. Esto no es el rollo ese del libro de El Secreto, voy más allá de desear algo para que el universo te lo de. No señor, Si quieres algo, pelea por ello hasta lograrlo. Si te portas bien con los demás, tal y como te gustarían que se comportaran contigo, respetarás tus principios y tendrás un punto de diferencia de muchas personas que, mientras están absueltas en su mundo tecnológico y no piensan en que tienen al lado, se pierden en lo que hay tras su pantalla. Tú, por tu parte, usarás una única interfaz: tus ojos. Al fin y al cabo, todo depende de la perspectiva con lo que lo veas... 

¡Felices vacaciones a todos y cuidado en la carretera! 

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