0

Reflexión de medianoche.

Bajo los dominios de un pensamiento algo noctámbulo e imbuido por los claros cantos de sirena derivados de los fríos reflejos que lanza la luna contra mi ventana, ronda por mi cabeza una cuestión vital que a todo hijo de vecino se le debe haber planteado en algún momento determinado. No voy más allá de la pura realidad, esa que a veces choca con nuestro ser y lo impregna con sus negras tintas hasta llegar al inconsciente más alejado de nuestra consciencia.  

El interrogante en sí cierra mi afirmación con tanta fuerza que me es imposible esquivarlo y disuadirlo con una respuesta simple que, a primera vista, no parezca vaga e indecente. 

Es corto pero contundente, sencillo de responder en primera instancia, pero que sirve a su vez de escondite perfecto a una complejidad atrapada en su profundo significado...

"¿Y ahora qué?"

Es una cuestión que nace sin querer, llega sin que nos demos cuenta y nos envuelve como una serpiente que apresa a su víctima poco a poco hasta asfixiarla. Entonces, un momento antes de que la última parca corte el hilo de la vida, y en la última gota de oxigeno que recibe nuestro cerebro, se aprecia la lucidez completa por un instante que, si fuera eterno, podría convertirnos en verdaderos dioses. Sin embargo, éste se convierte en un momento de brillantez que es tan efímero como la estela de una estrella fugaz al pasar cortando los luceros de alba, pero tan contundente y contrastado como puede llegar a ser su paso.

Entonces, caemos en la cuenta de la incertidumbre que se nos plantea en el futuro y, en un amago de mirar hacia atrás, vemos que, como si de un juego de combinaciones se tratase, nuestro camino se ha ido dibujando por una mano artista que no es ´desconocida´; así, la cuestión resurge como un ave Fenix que se niega a morir en sus cenizas y se replantea con un nuevo interrogante: 


"¿Esa mano seguirá haciendo de nuestra vida una obra de arte o nos dejará el pincel y el lienzo para que, tras darnos cuenta de su presencia, seamos nosotros mismos los que nos dejemos llevar y continuemos esa creación?"

Compleja cuestión.

La vela que alumbra mi pensamiento se está consumiendo y me advierte de que, con su tenue luz, esta idea, en instantes, se verá rodeada de mera oscuridad, olvido y desinterés... ¿A quién le importa las redes invisibles que aúnan los hilos de la vida? Suena irónico como parece que mi conciencia se revela ante la impotencia de no poder responder frente un ente que se escapa de nuestras manos... Me doy cuenta de la inquietud que precede al hecho de conocer que algo nos es imposible de controlar y que, por ello, es mejor obviar y seguir adelante... ¿A quién le importa un cuadro que nadie verá más que nosotros mismos cuando echemos la vista hacia atrás? Si está pintado con juegos de claroscuros, sombras apagadas y relieves ocultos solo podremos apreciarlo nosotros mismos... ¿Eso nos convierte en creadores o clientes de un encargo?

Una melodía ha llegado a mi mente e intenta disuadirme de nuevo de esta idea... ¿Será una forma de auto-manipulación esta que hace de mí un complejo objeto de estudio propio que busca la forma de escapar de lo desconocido? Lo dudo... Creo que no soy tan retorcido... ¿O sí?

Si estuviera escribiendo a mano diría que la tinta no me da tregua y que se ha asociado con el papel para detener mi escrito... pero para ser sinceros, son los brazos de Morfeo los que tocan la fibra más débil e intenta hacer de mí un saco vacío para cuestiones transitorias. No obstante, dejo permanencia de mis palabras a ojos de vosotros, lectores, que sin quererlo os habéis convertido en testigos de una manifestación idílica pero real, desconocida en contenido pero conocida en continente... Porque a pesar de ser meros receptores, el poder de las palabras os hace ahora objeto de atención y estudio de cuestiones que, sin pretenderlo, os apunta de lleno con una simple intención: crear respuesta, atención o, solamente, una mera reflexión de medianoche, callejón sin salida en el que, por líneas ajenas, me he embarcado...

1 comentario: