Las crónicas de Ronald

Era la una de madrugada cuando J.J.R salía de trabajar de la cocina de una conocida cadena de comida rápida ubicada en Linares. Era tarde y las puertas ya estaban cerradas, pero su servicio de automóviles para pedidos continuaba abierto y, junto a él, dos chicas que intentaban que le atendiesen a pesar de no tener coche. Ante esta situación, y pidiéndoselo por favor, J.J.R accedió a ayudarlas demandando él el pedido. La historia no tuvo mayor importancia hasta que, un par de días después, la persona que le atendió fue despedida y él, acusado por la franquicia de ´haber ejercido presión sobre su compañero y usar su cargo de representante de los trabajadores para llevarse producto de más´, fue expuesto ante un expediente contradictorial al que tenía que responder en un plazo de cinco días. Cómo no podía ser de otra forma, el despido fue inminente y J.J.R no tardó en luchar por defender su causa ante un juez. El día 18 de Enero de este mismo año la sentencia fue clara: las partes tendrían que llegar a un acuerdo. O la empresa le volvía a contratar o, simplemente, lo indemnizarían por lo que el juez consideró un “despido improcedente”. A pesar de ello, y en la actualidad, la cadena sigue defendiendo que el juicio lo ganaron ellos y consideran que no están obligados a pagar tal indemnización.

Este tan solo es uno de los ejemplos vividos en una de las empresas más ricas y famosas de todo el mundo. Sin embargo, mientras el proceso legal continuaba, Eugenia Brocal Martínez, otra representante de los trabajadores, recibió el mismo trato. “Mientras hacía mi trabajo y solicitaba documentación necesaria a los encargados, sufrí una encerrona y me abrieron otro expediente. Ante tal injusticia, me puse en contacto con mi abogado, algo que no debió gustar al franquiciado que, de muy malas formas, me cogió del brazo y me zarandeo mientras me chillaba para que no pudiera llamar. Fue un momento muy angustioso. Tuve que ir a mi médica de cabecera porque me encontraba muy mal y estuve casi dos meses de baja por depresión”, justifica la afectada. No tardó en llegar su despido. Este trato vino acompañado de siete denuncias a inspección de trabajo y cuatro más presentadas ante el juzgado (según cuenta Brocal, debidas a la agresión, apertura de cartas certificadas y falsificación de documentos públicos).

Dado que la unión hace la fuerza, la duda estaba en el aire ¿Era la franquicia de Linares la única en tener este trato con sus empleados o se estaba repitiendo la situación en otros lugares? Pronto la respuesta llegaría en forma de ayuda. La misma empresa, esta vez ubicada en Granada, se uniría a los afectados ex trabajadores para celebrar diferentes huelgas y actos de protesta reclamando sus derechos. “Inspección está elaborando un informe sobre esta empresa que promete ser fieles a sus clientes, pero ¿Cómo lo conseguirán si se comportan así con sus trabajadores? Es una vergüenza”, afirmaba una de las indignadas. La decepción se cierne sobre el ambiente y la solución tarda en llegar; sin embargo, aún hay personas que creen en la justicia y esperan, en breve, un dictamen justo.