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Desde un lugar desconocido...


Aquellos que me conocen saben que soy una persona que habla mucho de cómo el tiempo, algo intangible e inmaterial, puede ser algo que pase tan rápido y nos haga cambiar tanto... Desde otro punto de vista, en los cambios que "sufrimos" (o podríamos decir también, depende de la persona, cambios que "vivimos" o "experimentamos") nos lo produce el tiempo sino nosotros mismos, comportándose éste como un reloj de arena constante y sin piedad que simplemente nos recuerda que tenemos que ser consecuentes con aquellas decisiones que tomamos para afrontar las cosas que elegimos en el momento adecuado. Y es así como llega un día en el que te levantas y dices: "Oh, Dios mío, hoy es el día"... Mientras tanto, son tus iguales los que te recuerdan esas decisiones, te preguntan por esos cambios, te felicitan por tus progresos o se apenan por tus desengaños... pero no crees lo que vives hasta que llega ese día... y eso es cuestión de tiempo...

Ese momento de creerme realmente lo que estoy a punto de hacer, a mí, aún no me ha llegado. Cierto es que sé que es real, que está ahí, que me he metido hasta los ojos de documentos oficiales, que ya por fin tengo todos los permisos y confirmaciones... etc, pero aún no ha llegado ese impacto mental que te dice: "Chico, te vas a la otra punta de mundo, a un lugar desconocido, donde no hay nadie de tu entorno, donde no se habla tu lengua sino otra que no dominas y donde hay una diferencia horaria de nueve horas exactas...". Lo que quiero decir es que llega un día en el que, como por sorpresa, todas esas cosas saltan a tu cabeza como si esta decisión fuera algo nuevo, refrescante e inesperado. Pero de eso, de nuevo, se encarga el tiempo de recordarlo.

Esta experiencia, fuera del límite del tiempo y el espacio, creo que va a ser interesante por varias razones, pero entre ellas, hay algo que me llama mucho la atención: la diferencia horaria. ¿Cómo debe ser volar diez, once, doce o incluso trece horas en un avión y llegar a otra hora totalmente diferente a otro país? ¿Y la sensación de que todo se haga a una hora totalmente diferente a la tuya? Es más ¿Y el pensar que en España serán nueve largas horas más tarde que allí? Será como si viviera en el pasado... jeje.

No sé, tiene que ser sorprendente vivir todo esto, y lo hago con mucha gana e ilusión, en verdad, sin miedo porque no existe nada mejor que volar sin usar alas, viajar y conocer y, como un niño pequeño que valientemente explora la buhardilla de su casa, adentrarme en la aventura de conocer un nuevo Estado, un nuevo país, una nueva ciudad y una nueva cultura: San Francisco, allá voy...

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